"El Banquete de las Memorias" Albarello - Belardinelli.

 

En una ciudad llamada Junín, un grupo de amigos de la infancia y ex compañeros de secundaria, ahora adultos, se reúnen para una cena especial, rememorando los 7 años de su promoción. Cada uno de ellos ha seguido diferentes caminos en la vida, desde convertirse en maestros, artistas, profesores, hasta programadores. La razón de la cena es celebrar su reencuentro después de muchos años y, al mismo tiempo, recordar su pasado. En la siguiente historia encontramos a :

Agustina: Maestra de primaria. En el salón, era la que mejor explicaba, hasta al punto que algunas veces le entendíamos mejor que a la profesora.

Carlos: un pibe que desde chico siempre tuvo el don de convertir cualquier objeto en una instrumento de percusión, ahora de adulto, estudio el profesorado de música y le enseña a hacer lo mismo a muchos otros pibes. 

Sofía: Era la reina del chisme, todo lo que pasaba lo sabía (agregandole alguna que otra cosa), ahora de adulta, estudió periodismo y trabaja en un canal de noticias del espectáculo. 

Luis: el pibe 10 de la clase, abanderado, promesa de muchos docentes; llegó a la facultad a estudiar Ciencia Política, pero no logró soportar la presión, y al estar acostumbrado a siempre aprobar, tampoco logró aceptar las notas bajas. En el transcurso de poder llevar al dia la carrera, de a poco se fue interesando en el oficio de la carpintería, hoy es el dueño de un taller, en donde realiza muebles de diseño. 

Camila: Artista plástica. En la secundaria era a la que todos acudimos cuando tenemos que hacer algo de arte o de plástica y también la que todos los docentes, retaban porque se la pasaba dibujando en vez de prestar atención; intentó estudiar el profesorado de arte pero nunca fue muy fan de la pedagogía. 

Enzo: se la pasaba todo el día con la compu o con el celu, investigando que juego o app nueva podía probar, incentivador a las noches de counter o de fifa; de grande estudio programación y se encuentra trabajando para una gran empresa de redes sociales. 

Micaela: De joven siempre quiso irse a estudiar ciencias económicas a buenos aires, siempre teniendo facilidad en las matemáticas pero la vida la llevó a ser madre desde temprana edad y esto la imposibilito lograr eso que queria; aun asi, estudió adm. de empresas en un instituto de la ciudad, se recibió y logró entrar a trabajar a un estudio contable.

Martina: esa que estaba ahí para escucharnos a todos cuando teníamos algún bardo, que le encontraba la otra mirada al problema, siempre quiso estudiar psicología, pero como venimos diciendo, la vida siempre nos cambia los planes, y terminó decidiendo seguir el camino de la filosofía. 

Bruno: De pibito pasó por el grupo de la parroquia, fue presidente del club argentino de servicio e iba siempre a visitar a los abuelos del hogar. Por eso era difícil encontrarlo un fin de semana quieto. Ahora de grande, estudió y se recibió de trabajador social,  rol que desarrolla acompañando a jóvenes y a su vez, en los últimos años encontró un gran gusto por la docencia. 

Mientras algunos se quedan en la parrilla viendo como va el asado y las verduras(porque en todo grupo hay algún/a vegetariano/a) los demás con unas botellas arriba de la mesas empezaron a recordar su pasado, los juegos que hacían que los recreos parecieran más cortos, las/os profesores/as que mas quisieron (y también las que más odiaron) las películas que veían, los libros que leían y las discusiones en la escuela sobre diferentes temáticas; todos compartiendo que la materia que menos le gustaba era matemática, bah todos no, casi todos, Micaela había ocupado el puesto de defensora. A medida que comparten sus recuerdos, se dan cuenta de cómo sus intereses y consumos culturales de la infancia han influido en sus vidas adultas y en sus elecciones profesionales.

En un momento de la velada, cada uno de los participantes empieza a abrirse, tomando primero la palabra, Agustina cuenta cómo los libros de aventuras que tenía que leer para la clase de literatura, la inspiraron a convertirse en maestra, buscando inspirar a otros con historias y conocimiento; continuando Carlos habla de cómo una charla con un profe de música, que supo ver su capacidad para realizar diferentes ritmos con lo que quisiera, despertó en él, las ganas de ser profesor de música y toparse con muchos Carlos para poderlos acompañar; Sofía comparte como un gran defecto de la cultura adolescente y de la sociedad en sí, como es el chisme, al transformarlo, logró potenciar sus dotes para el periodismo del espectáculo; Luis quien se estaba encargando del asado, escucha desde la parilla la conversación y comienza a recordar en voz alta, su paso frustrado por la universidad y como la carpintería se convirtió en una excelente terapia para superar ese dolor; Camila llegado su momento, muestra sus primeros dibujos y habla de cómo la creatividad que cultivó de niña la llevó a ser una artista plástica reconocida; cuando llega el turno de Micaela, expresa que como Luis, ella tuvo una gran decepción a la hora de no poder ir a estudiar a Capital lo que mas quería, pero destaca que supo aceptar lo que la vida le puso enfrente y a partir de ahí poder reinventarse; en silencio, como siempre, escuchando muy atentamente todo lo dicho por sus ex compañeros, Martina toma la palabra contando que a pesar de que su vida cambio de rumbo, ella supo poder fundir su pasión por la psicología con su nueva pasión que es la filosofía; Bruno, tomándose de lo dicho por Martina, expresa a lo largo de su vida, a podido nutrirse de diferentes saberes y disciplinas, y esto junto a lo aprendido en trabajo social, lo ha llevado a  decirse por el camino de la docencia. Finalizando la ronda, y llegando al turno de Enzo, éste en vez de expresarse sobre su juventud, les empieza a contar a sus ex compañeros sobre una nueva app que está creando su empresa de informática; cuando los demás le preguntan sobre la misma, él le empieza a mostrar su funcionamiento, y les aclara que esta app va a producir que la realidad virtual tome gran protagonismo en los recreos de las instituciones educativas, precisamente a la hora del juego. 

Al escucharlo a Enzo, Agustina y Carlos siendo docentes hablan y reflexionan sobre cómo cambiaron los recreos en las escuelas, como los estudiantes ya dejaron de jugar, de correr, de interactuar entre ellos, y empezaron a utilizar mucho más las pantallas, al punto de conversar vía WhatsApp y otras redes sociales que están de moda. Muchos de los presentes, al tener hijos pequeños, también observan y se adhieren a ese pensamiento. En ese momento invade una gran nostalgia en el grupo. 

A medida que la noche avanza, los amigos se dan cuenta de que su capital cultural escolar, sus intereses de la infancia y sus elecciones profesionales se entrelazan de maneras sorprendentes. La cena se convierte en una celebración de cómo sus pasiones de la juventud han enriquecido sus vidas y los han llevado a lugares inesperados.

La historia termina con los amigos levantando sus copas en un brindis por la diversidad de sus caminos y la importancia de nutrir las pasiones y consumos culturales de la infancia. Se dan cuenta de que el legado cultural que dejaron atrás en su educación y el impacto de sus intereses en la infancia han definido quiénes son en el presente.


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